La Universidad española hizo
las principales protestas contra el dictador. Las dos revueltas claves en su
gobierno fueron la de 1956 que fue apenas una escaramuza en Madrid y Barcelona.
La segunda estuvo seguida del Mayo Francés y lanzó a la gente a buscar mejor
educación.
Los rasgos dominantes de la
universidad franquista y las primeras luchas estudiantiles
Durante la dictadura, la
universidad – como todo el Régimen – enraíza su legitimidad en los planos
ideológico, funcional y docente, en la victoria de la guerra civil en 1939 y
sus ideales. De ahí que, desde el principio, tratase y consiguiese hacer borrón
y cuenta nueva de la experiencia e influencia universitaria del periodo
republicano a la que consideraban, en palabras de Alfonso Iniesta, alto cargo
del Ministerio de Educación Nacional, miembro de la Acción Católica Nacional de
Propagandistas (ACNP) y presidente que fue de la Confederación de Maestros
Católicos, como “el foco de toda propaganda disolvente que convirtió el noble
ejercicio docente en materia subversiva sin que el Gobierno tomara medidas
enérgicas, ni la sociedad reaccionara con violencia”
La universidad se
rebela.1964-1968
Durante los años 60, la
punta de lanza del movimiento estudiantil fue la Universidad de Barcelona, y no
por azar. Cataluña es una de las zonas más ricas e industrializadas de la
España de la época, con una potente burguesía ilustrada que ha mantenido, en
buena parte, grandes distancias con el Régimen; con una fuerte carga ideológica
cultural catalanista y nacionalista apoyada, en muchas ocasiones, por la
Iglesia (no olvidemos, por ejemplo, el papel de guardián y animador de la
cultura catalana que juega el Monasterio de Montserrat y su abad, Mossen
Escarré); con una fuerte implantación en el movimiento obrero y en la
universidad del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC, la rama del PCE
en Cataluña, constituida como partido independiente), capaz de unir en su seno
comunismo y catalanismo; Cataluña era la región más cercana a Europa y a sus
influencias, y no sólo por cuestiones geográficas, sino por un acusado
cosmopolitismo económico y cultural. No es, pues, de extrañar que sea en esa
universidad donde, de forma mas clara, los estudiantes analicen y diagnostiquen
la situación de la universidad española y lancen propuestas alternativas de
carácter organizativo, académico y sociopolítico.
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